domingo, 8 de mayo de 2011

Fin de Semana en La Rioja (II)

Dedicamos la segunda jornada de nuestra estancia en La Rioja a recorrer algunos de los enclaves trascendentales del patrimonio histórico y cultural de la región, más concretamente lo que algunas guías de viaje suelen denominar como "La Ruta de Los Monasterios".

Comenzamos la jornada dirigiéndonos a la localidad de San Millán de La Cogolla, donde se encuentran los Monasterios de Yuso y Suso (o "de abajo" y "de arriba", respectivamente), declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997. Las visitas a ambos monasterios son guiadas por lo cual siempre le podremos extraer mucho más jugo que a una visita en la que no tengamos orientación. Conviene empezar por visitar primero el Monasterio de Suso, dado que existen ciertas limitaciones de acceso al mismo, por lo que sólo se puede llegar a él con un servicio especial de autobús habilitado a tal efecto.

El Monasterio de Suso tiene su origen en las inmediaciones del lugar elegido por San Millán, o San Emiliano (años 473-574) para poner en práctica un estilo de vida anacoreta, ascética, de retiro, y contemplativa de la grandeza de Dios.

Poco a poco el lugar fue creciendo y ampliándose a medida que aumentaba la comunidad de discípulos y seguidores del Santo, emulando su mismo estilo de vida.

El acceso al monasterio se realiza a través del portaello, allí se encuentran las tumbas de los infantes de Lara y de su tutor Nuño acompañando a las tres reinas navarras.

Actualmente el Monasterio de Suso (s.VI al XI), conserva vestigios importantes de los diversos momentos históricos por los que atravesó, manifestándose de manera muy evidente su evolución y crecimiento: desde las cuevas rupestres donde vivían los eremitas, pasando por el primitivo cenobio visigótico, la ampliación mozárabe y por último la parte románica.

La cueva-sepulcral conserva la lauda del fundador de la segunda mitad del siglo XII, construida en alabastro negro y decorada con su escultura yacente, aunque sus restos descansan dentro de un arca en el Monasterio de Yuso.

El Monasterio de Suso fue durante la Edad Media centro de poder político y cultural. De su importante escriptorio salieron los primeros testimonios escritos de romance español y del esukera, las glosas emilianenses. Más concretamente, el llamado Códice 60, contiene el primer texto completo de 43 palabras con significado pleno escritas en castellano antiguo. Es por esto que San Millán de Suso es considerado la cuna del castellano y del euskera escrito.

Tras la visita al Monasterio de Suso podremos visitar con tranquilidad el Monasterio de Yuso. El origen de la construcción del monasterio se refleja en una leyenda que narra como el rey García, el de Nájera, ordenó el traslado de los restos de San Millán que se encontraban en Suso al monasterio de Santa María La Real de Nájera. Los bueyes que tiraban de la carreta se detuvieron el valle como si los restos del Santo no quisiesen abandonarlo construyendo en ese lugar el actual monasterio de Yuso. Un monasterio románico de los siglos X y XI del que en la actualidad no queda ningún resto, sobre el que se construyó entre los siglos XVI y XVIII el actual monasterio de Yuso por los abades benedictinos. Los monjes benedictinos se trasladaron al monasterio en el siglo X. Uno de los abades más relevantes fue Domingo, natural de la población riojana de Cañas, más conocido como Santo Domingo de Silos.

El claustro bajo se comenzó en 1549 y aunque sus bóvedas son góticas la concepción es renacentista. El superior es clasicista y contiene veinticuatro cuadros de José Vexes, cuyas escenas principales versan sobre la vida de San Millán, escrita por San Braulio, Arzobispo de Zaragoza.



La sacristía es una de las más bellas de España, antigua sala capitular comenzó a usarse como tal hacia 1693. Los frescos del techo del siglo XVIII conservan sin haber sido restaurados toda la riqueza del color original. El suelo es de piedra de alabastro, que proporciona excelentes cualidades de absorcion de la humedad y contribuye notablemente a la conservación de los frescos. La cajonería es de madera de nogal, encima de la cual hay veinticuatro óleos sobre cobre de estilo barroco de procedencia flamenca, madrileña e italiana.

La iglesia del monasterio es lo primero que se hizo de todo este conjunto, comenzada en el año 1504 se terminó treinta seis años después, está catalogada dentro del gótico decadente. El grandioso retablo del altar mayor contiene un lienzo de Fray Juan Ricci, de la escuela del Greco, que representa a San Millán a caballo en la batalla de Hacinas. La extraordinaria rejería de Sebastián de Medina de 1676 completa el conjunto artístico de la capilla mayor.

La sillería de coro bajo fue realizada por un tallista flamenco en torno a 1640, el trascoro de estilo rococó francés está decorado con esculturas de bulto redondo que representan a discípulos de San Millán, destacando por su belleza el púlpito plateresco decorado con relieves de los evangelistas y símbolos de la pasión. El coro alto, algo posterior al bajo, está sostenido por un arco con dieciséis medallones, de la primera mitad del siglo XVII.

La estantería de los cantorales del monasterio conserva en su haber veinticinco volúmenes copiados entre 1729 y 1731. El archivo y biblioteca monasterial de gran valor para los investigadores está considerado entre los mejores de España; en él se guardan dos cartularios y trescientos volúmenes originales.

En la sala de exposiciones resaltan las réplicas de los marfiles románicos de las arquetas: relicarios de San Millán del siglo XI y de San Felices del siglo XII.

Fue construido por monjes benedictinos, que permanecieron en él hasta la desamortización y exclaustración del XIX. Actualmente los frailes Agustinos Recoletos son los que mantienen vivo el espíritu del monasterio.

Tras visitar el conjunto de San Millán de La Cogolla, si tenemos tiempo y ganas de estirar las piernas por un entorno natural inigualable, podemos acercarnos a la localidad de Matute y disfrutar del bonito paseo hasta el paraje del Salto del Agua.

Y para finalizar nuestra jornada dedicada a recorrer esta ruta de monasterios, conviene visitar el Monasterio de Valvanera, cerca de la localidad de Anguiano.

El nombre del monasterio, Valvanera, proviene de una expresión latina “Vallis Venaria” que significa “Valle de las venas de agua” por tratarse este de un valle con abundantes fuentes, arroyos y cascadas. La construcción del santuario tuvo su origen en el hallazgo de una imagen de Santa María del siglo IX por un ladrón arrepentido llamado Nuño Oñez, según está relatado en la “Historia Latina” escrita por el Abad de Valvanera, Don Rodrigo de Castroviejo en el año 1419. Es la traducción al latín de un texto del siglo XIII escrito posiblemente por Gonzalo de Berceo en lengua “vulgar materna”.

El primitivo cenobio constituido alrededor de la imagen encontrada e integrado por eremitas dio paso en el siglo X a monjes benedictinos. En su origen hubo una iglesia visigótica, luego una prerrománica consagrada en el año 1073, otra románica en el 1183 de la que sólo conserva una torre y por último, la actual iglesia del siglo XV.

En el altar mayor de la iglesia se encuentra el camarín de la Virgen de Valvanera al que se puede acceder lateralmente. La parte superior está presidida por un Cristo Majestad “Pantocrator” y debajo las imágenes de San Pedro, San Pablo, San Benito y San Atanasio.

El resto del monasterio está formado por construcciones del siglo XX en honor a la Patrona de La Rioja. A la que se rinde culto bajo la advocación de Valvanera es la talla más importante. No se conoce el autor ni la fecha en que se realizó, pero por sus características parece tratarse de una escultura de estilo bizantino-visigótico. Su origen se sitúa en el contexto del renovado fervor mariano que tuvo lugar en España en la primera mitad del siglo noveno.

Textos descriptivos de los monasterios extraídos de http://www.lariojaturismo.com

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