La Ciudad de Constanza es la mayor ciudad portuaria de Rumania, en el Mar Negro, con más de 300.000 hab. Es una ciudad con más de 2500 años de historia, de origen griego (Tomis), pasó posteriormente a ser un importante enclave romano, como así lo atestiguan las numerosas referencias históricas que podemos encontrar en la Ciudad.
Constanza fue la base elegida para nuestras vacaciones en Rumania. Nos alojamos en el Hotel Class, en un lugar muy céntrico de la ciudad, junto al casino París.
Muy cerca teníamos un bonito mirador hacia las playas del entorno urbano de la ciudad, junto a un colosal edificio, muy representativo en cualquier panorámica de la ciudad, a pesar de hallarse en estado de abandono.
La zona céntrica de la ciudad alterna la presencia tanto de vistosos y bonitos edificios como otros un tanto menos cuidados, siendo en las afueras de la ciudad donde se hace más patente las carestías económicas que adolece la población para el mantenimiento de sus viviendas.
Paseando por las calles de Constanza, nos llamarán poderosamente la atención algunos detalles, como los numerosos perros abandonados que pululan por la ciudad, las marañas muy poco estructuradas de los tendidos eléctricos y cableado de telecomunicaciones, y la alternancia en el tráfico de vehículos, tanto de los omnipresentes R12s como los más lujosos vehículos que las clases pudientes rumanas exhiben aquí durantes su periodo vacaciones.
Las playas del entorno urbano de Constanza son relativamente pequeñas y concentran numeroso público. Se accede a las mismas tras bajar por unas empinadas escalinatas desde la plataforma del mirador.
Es difícil encontrar una sombrilla libre si no se madruga un poco. Esta saturación de gente, al más puro estilo de nuestra costa levantina, causa un poco de incomodidad. La presencia en la misma playa de algún edificio abandonado y en estado de ruina, así como unas destartaladas infraestructuras merma en cierta medida la vistosidad de esta playa.
Como contrapartida, cabe destacar que es relativamente sencillo encontrar kioscos donde comprar cerveza, refrescos y aperitivos a un precio extraordinario.
Destacaría otro punto positivo, y esta vez de manera generalizada, que es el fabuloso clima que goza la costa del Mar Negro de Rumania en esta época del año, con temperaturas de entre 22º y 30º, siendo casi imperceptible el tormentoso efecto de la humedad, y siempre soplando brisa, consiguiendo una sensación términa muy cómoda y agradable, muy lejana de la agobiante sensación de calor que muchas veces padecemos en nuestras costas.
Disfrutamos de una agradable jornada playera en el entorno urbano de Constanza el Jueves 30 de Julio, mientras que el Martes 28 de Julio (1 día después de llegar) y el Domingo 2 de Agosto (1 día antes de marcharnos) disfrutamos de jornadas de playa en la cercana y muy afamada Playa de Mamaia.
Para llegar a Mamaia es necesario un desplazamiento en coche de unos 15 ó 20 minutos desde el centro de la ciudad de Constanza. La morfología de Mamaia es muy parecida a la de La Manga del Mar Menor. Se trata de una manga de tierra firme que discurre entre el Mar abierto al Este, y una gran lengua de mar semi-estancada hacia el Oeste.
Para acceder a la zona de Mamaia es necesario pagar un pequeño peaje de precio casi simbólico. A lo largo de esta manga de tierra se disponen los mejores hoteles de la zona, así como los restaurantes, discotecas y establecimientos de ocio nocturno más vistosos, distribuidos por todo el paseo marítimo. También encontraremos un enorme parque acuático y un teleférico que permite disfrutar desde el aire de tan interesante paisaje costero.
Numerosas personas se disponen a lo largo de la carretera de Mamaia ofreciendo “Cazare”, es decir, alojamiento, exhibiendo al aire los llaveros de los correspondientes apartamentos. Esta multi-kilométrica playa también se llena casi en toda su extensión en fin de semana, aunque de diario resulta un tanto más sencillo encontrar tanto sitio de aparcamiento como sombrilla en la playa.
En nuestro caso, los dos días que disfrutamos de Mamaia estuvimos en la parte final (más al Norte) de Mamaia, junto a unos vistosos apartamentos, donde nos resultó relativamente aparcar.
La playa de Mamaia es absolutamente extraordinaria. No dispone de grandes infraestructuras propias del servicio de la playa; lo que ocurre en este lugar es que lo diversos restaurantes y establecimientos ocupan y preservan parte de la playa disponiendo a disposición del público enormes sombrillas y hamacas, creando espacios muy cuidados y bien distribuidos, en los que a un precio muy razonable se puede pasar todo el día con gran comodidad, incluyendo el propio servicio de bebidas y comida a pie de playa.
Los numerosos restaurantes y chiringuitos dispuestos a lo largo de la playa amenizan con música el entorno con potentes altavoces. Todo ellos presentan un aspecto muy cuidado, limpio y atractivo al público, ofreciendo bebidas y comidas en generosas proporciones, bien elaboradas, con gran limpieza, y a precios interesantes.
En la playa de igual modo se pueden encontrar diversas atracciones como paseos en barco, alquiler de motos acuáticas, y como no, la práctica de deporte como el wind-surfing y sus variantes.
Muy peculiar también de estas playas de Rumania es la venta ambulante, no tanto de bebidas frescas, sino de las típicas mazorcas de maíz cocido, que se sirven convenientemente saladas, aperitivos diversos (gusanitos, etc…), y unas apetitosas cañas de bizcocho dulces con sabor a coco.
Para concluir a modo de resumen, destaca muy especialmente del entorno de Constanza la zona y playa de Mamaia, una de las más atractivas de Europa sin lugar a dudas desde el punto de vista del clima y servicios, y que nos deparó en nuestra estancia en Rumanía un par de jornadas playeras absolutamente inolvidables.
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