Rumania ha sido el destino que este año hemos elegido David, Raquel, Luis, Sonia y yo para nuestras ya tradicionales vacaciones internacionales, que en esta ocasión hemos disfrutado desde el 27 de Julio al 3 de Agosto de 2009. La variedad paisajística, natural, e histórica del país, así como la atractiva oferta de sol y playa que encontramos en el Mar Negro han sido argumentos de peso para no dudar ni un momento que habíamos dado con el destino adecuado.
Aterrizamos en el Aeropuerto de Otopeni – Bucarest puntualmente a las 17:45h hora local y nos dirigimos inmediatamente a recoger nuestro vehículo de alquiler para iniciar nuestro viaje en carretera hacia la ciudad de Constanza, en la costa del Mar Negro, destino que elegimos como base para nuestras vacaciones.
Una vez tomamos la carretera de salida del aeropuerto no tardamos en darnos cuenta de las peculiaridades del país en el que nos encontrábamos. En general el parque móvil es muy heterogéneo, conviviendo automóviles muy modernos con todo tipo de vehículos destartalados, alguna que otra bicicleta, y multitud de vehículos a tracción animal circulando por las vías asfaltadas.
Dentro de los vehículos más antiguos, destaca el omnipresente Dacia 1300 Berlina, protagonista indiscutible de las carreteras rumanas, y que en España lo conocemos como el entrañable R12 de Renault.
Existen todavía multitud de R12s circulando por Rumania, que Dacia explotó en numerosas versiones (pick-up, ranchera, e incluso isotermos). De hecho se percibe que algunos modelos no tienen muchos años por lo que se ha venido explotando la patente de Renault hasta hace muy poco tiempo. La evolución natural de este vehículo es obviamente el Dacia Logan, que parece haberse convertido en el candidato Nº1 para la renovación del parque móvil en el país.
Aunque el país se haya inmerso en un proceso de mejora generalizado, incluyendo las infraestructuras, actualmente las carreteras en Rumania no son buenas y la señalización es bastante deficiente. Esto nos hizo tener que dar alguna que otra vuelta hasta poder localizar el acceso al cinturón de circunvalación de Bucarest.
Los accesos a Bucarest siempre presentan intenso tráfico, incluyendo la propia carretera de circunvalación. Esta carretera, que todavía incluso mantiene algunos tramos no asfaltados, atraviesa numerosos polígonos en donde se hace presente las terribles carestías de las que adolecen los habitantes de este país.
Tras recorrer la interminable circunvalación de Bucarest conseguimos llegar a una de las pocas autovías que existen en el país, la que une Bucarest con Constanta, que nos permitió avanzar con rapidez casi la totalidad de los más de 200kms de distancia que nos separaba de nuestro destino.
A unos 70kms de Constanta se acaba la autovía y debemos afrontar el último tramo del recorrido por una carretera nacional. Fue un buen momento para parar a cenar a eso de las 22:30h en un curioso bar-buffet de carretera, donde pudimos disfrutar de una agradable cena a un precio muy interesante.
Tras una hora más de camino aproximadamente, llegamos a Constanza, ya sólo con tiempo de dejar las maletas y echar un vistazo rápido al entorno del hotel para tomar un primer contacto con la ciudad.
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