La Ciudad de Daroca, en Zaragoza, capital de la comarca del mismo nombre (Campo de Daroca), con poco más de 2.200 habitantes, ofrece al visitante un vastísimo patrimonio histórico, cultural y religioso encerrado dentro de un recinto fortificado delimitado por unos 4kms de muralla.
La muralla, levantada en los siglos XIII-XIV, que espectacularmente escala los cerretes colindantes y discurre por sus valles manteniendose casi inalterable ante el paso de los siglos.
De esta muralla se levantan robustos torreones cada pocos metros, dotando todo el conjunto de un intenso sabor medieval a la ciudad.
Puntualmente, antes de las 11:00h de este Sábado, 6 de Diciembre de 2008, ya nos encontrábamos presentes en la Plaza de España de Daroca, junto a la Oficina de Turismo, todos los asistentes a la visita guiada a la ciudad que habíamos programado dentro de la agenda de actividades para esta reunión de Puente de Diciembre organizada desde http://www.foroware.com/ que reuniría a un nutrido grupo de aficionados a Geocaching de Madrid y Cataluña.
Comenzamos la ruta visitando La Iglesia Colegial de Santa María de los Sagrados Corporales, sita en la misma Plaza de España. Empezó a construirse a mitad del siglo XII. Las obras duraron todo el siglo XIII y parte del XIV, y sufrió añadidos sustanciales a lo largo del XV. A finales del siglo XVI se construyó una iglesia nueva, aunque dejando algunos restos de la anterior. Es el conjunto que hoy podemos admirar, manteniendo la diversidad y riqueza de estilos arquitectónicos Románico, Mudéjar y Renacentista correspondientes a cada periodo histórico que atraviesa la evolución del templo.
En su interior, tenuemente iluminado por los exiguos haces de luz que dejan pasar las placas de alabastro que recubren los ventanales del templo, destacan las numerosas capillas, con retablos y ornamentación de diversos estilos y materiales, exquisitamente trabajados en todo caso.
De estas capillas destaca la Capilla de Los Sagrados Corporales. La capilla es la antigua cabecera de la iglesia románica, siendo una afortunada construcción de tipo franco flamenco a modo de jubé, o separación del altar del antiguo presbiterio. Forma todo un conjunto unitario, labrado en piedra blanca a lo largo del siglo XV. Parece que se empezó por encargo de Juan II de Aragón y se terminó con los Reyes Católicos. En esta capilla se custodian y muestran al público Los Sagrados Corporales, seis hostias consagradas, según dice la leyenda, que se conservan empapadas en sangre, que resudó milagrosamente de las formas durante un episodio de la reconquista, cuando las tropas Cristianas de Daroca, Teruel y Calatayud se disponían a conquistar a los moros el Castillo de Chío el día 23 de febrero, de 1239, milagro al que se atribuye la victoria sobre los árabes.
En el Altar Mayor se eleva majestuoso el monumental Baldaquino, obra del barroco, ejecutada en 1682. Sobre cuatro pedestales de jaspes, otras tantas columnas salomónicas de mármol negro sostienen el baldaquino propiamente dicho, constituido por dos cúpulas de calada filigrana en madera dorada, en donde el artista zaragozano, Francisco Franco, coloca magistralmente distribuido un conjunto de figuras maravilloso y riquísimamente ornamentado, que además configura un prodigio de equilibrio lleno de fantasía e ingravidez. Destaca de igual modo en el Altar Mayor, el impresionante órgano, obra del organista de Calatayud, Pascual de Mallén de 1498.
Tras la visita al interior de este templo, salimos de nuevo a la calle para proseguir la marcha, deteniéndonos brevemente en uno de los laterales de la iglesia, donde se puede admirar la llamada Puerta del Perdón, muy bellamente decorada con motivos apocalípticos y del juicio final. Debe su nombre a poseer el privilegio de acogida y de perdón con sólo tocar con la mano uno de sus clavos y después santiguarse. Este clavo es diferente a los demás, y se distingue porque en su cabeza está marcada una cruz, que presenta un acusado desgaste por el continuo trasiego de gente que lo toca y manosea.
Proseguimos la marcha paseando por la bella ciudad, atravesando exiguas callejuelas que nos dejaban entrever la riqueza del patrimonio cultural y la bellaza que esconden los rincones de la ciudad. Llegamos a la Iglesia de San Juan de La Cuesta, sita en la parte alta de la ciudad, en la Plaza del mismo nombre, de origen Románico (siglo XII), se encuentra muy transformada debido a las sucesivas reedificaciones y restauraciones a que ha sido sometida. A mediados del siglo XIII se inicia la construcción en piedra hasta mitad del muro absidial, continuándose la obra en ladrillo.
Es la cabecera de la iglesia la que sufre la transformación y aunque los alarifes moriscos intentan seguir con fidelidad el diseño románico inicial, mediante la prolongación de las columnas con pilastras de ladrillo, introducen vanos polilobulados, que se separan de lo románico y lo caracterizan inequívocamente árabe. Desde este punto se tiene buena visibilidad sobre la ciudad y especialmente sobre La Iglesia de Santo Domingo de Silos (s. XII-XVIII), otra de las edificaciones más representativas de Daroca.
Algo similar a la evolución de La Iglesia de San Juan de La Cuesta ocurre con La Iglesia de San Miguel de Daroca, a la que llegamos tras continuar nuestro paseo por la parte alta de la ciudad, ubicada en la Plaza de San Miguel. Su construcción se empezó en el siglo XII, pero la mayor parte de la misma se realizaría durante el siglo XIII, en estilo Mudéjar. En el siglo XVII se transformó en una iglesia de aspecto totalmente Barroco.
Tras las preceptivas fotos y explicaciones en este lugar, continuamos la marcha hacia la parte baja de la ciudad, llegando a la impresionante y monumental Puerta de Abajo, levantada en el siglo XV como punto principal de entrada al recinto amurallado que guardaba la ciudad.
Junto a la Puerta de Abajo encontramos la Fuente de los Veinte Caños, considerada como uno de los más bellos ejemplos de fuente urbana de Aragón, construida entre los años 1639 y 1642. Está compuesta por un frontal de sillería dividido en diez tramos mediante pilastras decoradas con grutescos y capiteles con varios atlantes arrodillado bajo cada cual emergen sendos caños que antaño se empleaban para surtir los abrevaderos de las caballerías y proporcionar agua y refresco de los viajeros llegados a la ciudad.
En frente de la Puerta se Abajo se exhibe "El Ruejo". Se trata de una piedra de molino, que en el año 1575 salvo Daroca de una inundación. El día 14 de Junio de 1575, se desencadena una gran tormenta en Daroca, los sistemas de desagüe (la mina) no daban salida a tanto caudal de agua y las puertas de la ciudad estaban cerradas, formando un dique y el agua empezó a subir. La enorme rueda de molino bajo por toda la calle Mayor y choco con las puertas abriéndolas consiguiendo así liberar el agua embalsada dentro del recinto urbano.
Y en este punto finalizó la visita guiada a la ciudad y dio comienzo nuestra jornada particular de Geocaching. Gracias a la visita pudimos recuperar casi todos los puntos intermedios del cache "Daroca Monumental 1", salvo las incógnitas relacionadas con la Fuente de Mariano Navarro, por lo que nos dirigimos hacia allí, haciendo alguna parada en el camino que los asistentes a este evento aprovechamos para tomar algún café, y comprar algunos bocadillos para comer.
La fuente lucía una vistosa decoración navideña que captaba la atención de todos los viandantes, más aún cuando un grupo tan numeroso como el nuestro se detuvo para observar y contar los caños y cascaditas que componían este bonito conjunto urbano. Con todos los datos necesarios ya provistos, nos dirigimos hacia el lugar del cache, no sin antes contrastar y debatir cual pudiera ser el camino más adecuado, dada la posición que nos indicaba el GPS y la abrupta orografía que encierra a Daroca.
Finalmente elegimos el camino adecuado y pudimos llegar sin mayores problemas a la zona, desde la que pudimos disfrutar de unas interesantes vistas sobre la ciudad.
Estuvimos un buen rato firmando el libro de registros y haciendo intercambios, en ambiente relajado, y disfrutando de las conversaciones, para proseguir después hacia el cache "La Morica Encantada", oculto en la Torre de San Cristóbal (s.XIV), sita en uno de los cerros más destacados que rodean la ciudad, por donde discurre desafiando las leyes de la gravedad el impresionante recinto amurallado, hoy ya muy deteriorado.
La ascensión, flanqueando siempre la muralla hasta llegar a la torra, fue corta pero intensa, y puesto que ya eran casi las 14:30h, decidimos quedarnos allí a comer, momento que aprovechamos para descansar un poco y disfrutar de un amena conversación.
Tras dar buena cuenta de los bocadillos y demás viandas que habíamos aprovisionado para tal efecto, decidimos afrontar caminando el cache "La Casilla de Los Cazadores", ubicado a unos 3kms de distancia, y que nos brindó un bonito paseo por las pistas forestales que discurren por este tupido monte de pinares.
Tras poco más de media hora de marcha llegamos a la casa en cuestión, donde muy cerca pudimos recuperar el cache sin grandes complicaciones. Tras las preceptivas firmas, emprendimos de nuevo la marcha hacia Daroca, disfrutando también de divertidas conversaciones durante la marcha.
El cansancio acumulado de la jornada empezaba a notarse, más aún tras la caminata, pero las ganas de diversión alcanzaban su clímax, por tanto no dudamos ni un solo instante en rematar la jornada con una visita nocturna al Pueblo Viejo de Belchite. De camino a los coches algunos aprovecharon para tomar un café o hacer algunas compras rápidas en la ciudad, siendo destacable la oferta de dulces y repostería que nos ofrece la ciudad.
Llegamos al pueblo nuevo de Belchite en torno a las 18:20h, con la noche ya encima. Quedamos en la Plaza del Ayuntamiento, donde esperamos la llegada de todos los componentes de esta particular expedición tomando un café y unos refrescos en el Bar Sevilla, sito en la misma plaza. Nos resultó muy sobrecogedora la impresión que nos causó este pueblo, de arquitectura de corte militar, y en el que el tiempo parecía haberse congelado desde la década de los 50.
Una vez todos reagrupados, marchamos a visitar en la oscuridad el pueblo viejo de Belchite. Caminar entre estas ruinas es absolutamente sobrecoger, y trae a nuestra mente recuerdos de un pasado muy oscuro. Recorrimos muy despacio a la tenue luz de nuestras linternas la Calle Mayor.
Atravesamos la antigua Plaza del Ayuntamiento, para llegar poco después a Torre del Reloj, junto a la cual se eleva una imponente cruz de forja, y por fin llegamos a la Iglesia de San Martín, probablemente el edificio más emblemático y representativo del viejo pueblo.
La observación nocturna de sus bóvedas desplomadas, y su esquelética estructura a la luz de la luna, sobre la que se eleva el imponente torreón mudéjar, totalmente socavado y erosionado por el impacto de los proyectiles, es una de esas imágenes que a uno le quedan grabadas en la retina para siempre.
Aquí los asistentes no pudieron resistir la tentación de buscar el cache "Perdimos Todos", escondido en un rincón de esta iglesia. Así pues procedimos a la firma del libro de visitas e iniciamos el retorno. No perdimos ocasión a nuestro regreso de visitar otro de los importantes edificios del pueblo viejo, La Iglesia de San Agustín, de igual modo en estado de ruina. Los grabados en los cielos de sus capillas y columnas, y las figuras que aún conservan los capiteles, dejan muestra de la belleza extrema que una vez debió tener este lugar. Dentro de la Iglesia, pudimos disfrutar por unos momentos del silencio y la oscuridad que reina en Belchite.
Y así pues, en torno a las 21:00h, dimos por concluida la jornada, por lo que ya sólo restaba el viaje de vuelta a nuestro hotel en Cariñena, para disfrutar todos juntos de una estupenda cena y comentar las anécdotas y vivencias que nos deparó la jornada.
Para más información:
http://www.turismodezaragoza.es/provincia/patrimonio.php?item=267
http://www.corazones.org/lugares/espana/daroca/daroca_mila_eu.htm
http://www.turismodezaragoza.es/provincia/pueblos.php?item=094
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