La ciudad de León, con algo más de 135.000 habitantes, es una de las capitales de provincia de España más ricas en patrimonio histórico, artístico y cultural. Nacida en la confluencia de los ríos Bernesga y Torío hacia el 79 a. C.como el campamento militar romano de la Legio VI Victrix, su carácter de ciudad campamental se consolidó con el asentamiento definitivo de la Legio VII Gemina ya en el siglo I. Con la llegada de los musulmanes a la Península, la ciudad se ve parcialmente despoblada. En 856 León recibe un nuevo impulso repoblador como parte del Reino de Asturias. Será García I quien en 910 convierta a la ciudad de León en cabeza del más importante reino cristiano de la península Ibérica en la época, dando inicio al Reino de León, cuya vigencia nominal pervive hasta el siglo XIX, si bien ya desde la Plena Edad Media la ciudad perdió la importancia y empuje de antaño, en parte por la pérdida de su independencia debida la unión de la corona leonesa a la castellana, definitiva desde 1301, constituyendo junto a otros reinos y territorios la Corona de Castilla. Hemos querido aprovechar este fin de semana para conocer un poco más la ciudad y su provincia.
Llegamos a Leon pasadas las 20:00h de este Viernes, 31 de Octubre de 2008 para comenzar el evento "El Laberinto del Maíz", que nos ha deparado un extraordinario fin de semana de Todos los Santos en compañía de Jose (Hagall), Marino y Silvia (Oniram y Aivlis), Antonio y Noemí (Cherokee y Nahane), Olga y Sito (Olgasito), Ainara y Jose (Churruflus y Vortexbx), Fernando, Concha, Pablo y Mateo (Ratone), y Juan, Eli y Victor (Meriva Aruba).
El punto de encuentro era el Bar Seaki, así pues Jose y yo llegamos con relativa puntualidad a la cita, y poco después llegaron Ainara, Jose, Olga, Sito, Eli, Juan y Victor. El resto venía aún de camino y el equipo Ratone al completo prefirió pernoctar tranquilamente en la casa rural "Villa Agustina" que habíamos alquilado en la localidad de San Cristóbal de La Polantera.
No tardamos en comprobar las bondades, contundencia y calidad del tapeo en la ciudad de Leon, donde se acostumbra a tomar cortos de cerveza o de vino acompañados por una interesante variedad de tapas, de las que destacamos los huevos rellenos y patatas con chistorra del Bar Seaki, las tapas de jamón acompañadas por patata y pimiento en el Bar Odín, las sopas de ajo servidas en perolita en El Gaucho, o la riquísima tapa de pan con morcilla que pudimos degustar en El Besugo, entre otros numerosos establecimientos que visitamos.
Entre tapa y tapa, y tras acabar la preceptiva ronda en el Bar Odín, aprovechamos la cercanía del cache Cortes de Leon para visitarlo. Así pues, y bajo una lluvia moderada pero persistente, nos dirigimos a la Plaza de Las Cortes Leonesas donde disfrutando leyendo las numerosas placas conmemorativas de acontecimientos históricos o descriptivas de los usos y costumbres de estas tierras. Y desde allí marchamos a la posición final, donde encontramos la caja sin mayores problemas muy hábilmente camuflada. En este preciso momento se nos unieron Cherokee y Nahane, que acaban de llegar a Leon.
Continuamos caminando bajo la lluvia pero no por ello dejando de disfrutar de un bonito paseo nocturno por la ciudad de Leon, destacando nuestro paso por el Palacio de los Guzmanes (s. XVI) y la Casa de Los Botines (de Gaudí), edificios en los que la adecuada iluminación nocturna hacía resaltar notablemente su belleza.
Seguimos caminando hasta llegar a la Plaza de San Marcelo, donde pudimos disfrutar analizando la Maqueta histórica de la ciudad situada en el lugar.
Aquí nos esperaba el cache Legio VII Gemina, habilitado en honor y memoria de la famosa legión romana cuyo asentamiento en las inmediaciones de este lugar dio origen a la fundación de la Ciudad de Leon. La búsqueda no fue nada fácil por lo original y trabajado del escondite, pero dada la nutrida capacidad de búsqueda de tan numeroso grupo, finalmente los chicos dieron con el, facilitando así la consecución del cache Nº200 para Olgasito. ¡Enhorabuena!
Finalizamos la jornada nocturna en Leon con alguna tapa más, destacando el paseo por la Plaza Mayor de la Localidad, y visitando las inmediaciones de La Catedral, una auténtica joya del gótico, comenzada a construir en el s. XIII sobre la antigua Catedral Románica. Está inspirada en la Catedral de Reims aunque con planta 1/3 reducida, destacando del conjunto, a parte de sus peculiaridades arquitectónicas, las valiosas y riquísimas vidrieras.
Fue a última hora cuando se nos unieron Marino y Silvia, momento en el que llegaron a Leon, ya bien entrada la noche, por lo que no tuvimos mucho más tiempo para compartir con ellos, salvo el paseo hacia los coches para dirigirnos a San Cristóbal de La Polantera para descansar. Si que tuvimos tiempo para compartir un larguísimo rato de charla amigable y tranquila, ya al confortable resguardo del intenso frío que nos ofrecía la acogedora casa rural, que nos dejó en la cama pasadas las 4:00h de la Mañana.
No madrugamos mucho el Sábado, dado la cercanía del Laberinto del Maíz, cuya visita fue el motivo expreso por el cual organizamos este fin de semana. Se trata de un parque de entretenimiento cercano a la localidad de Hospital de Órbigo, junto a la carretera N-120, P.K.338 entre Leon y Astorga. Está constituido por un gran maizal en el que cada año se diseña un laberinto de pasadizos que recorre su interior. Perderse en este campo de maíz supone todo un reto, tanto para dar con su punto central, vistosamente señalizado, como para encontrar la salida.
Estuvimos más de dos horas paseando por los intricados senderos labrados en el interior de maizal, conversando agradablemente y disfrutando del paseo, subdividiéndonos en grupos, cada cual explorando un tramo, para dar más emoción al asunto.
Afortunadamente con el esfuerzo de todos dimos con el punto central, y desde allí rápidamente con la salida, donde ya nos estaban esperando el equipo Meriva Aruba para compartir juntos el resto del día.
Tras la salida del laberinto, y tras dar un agradable y corto paseo, visitamos el cache "El Laberinto del Maíz", emplazado en honor a este parque a unos metros del maizal. Nos llamó la atención el curioso camuflaje del recipiente y su considerable tamaño. Además contenía numerosos items interesantes.
Nos dirigimos luego a la localidad de Astorga, donde nos esperaba otros de los platos fuertes de nuestra visita a Leon: La degustación de un exquisito Cocido Maragato en el bien afamado restaurante "Casa Maragata I".
Lo que más llama la atención de este interesante lugar es que todo el mundo tiene las ideas muy claras. El comensal acude con la clara idea de dar buena cuenta de un exquisito cocido maragato, y el servicio del restaurante también tiene la completa convicción de que allí sólo se va a comer cocido. Por eso en cuanto uno entra por la puerta y toma asiento, sin mediar palabra se sirve un potentísimo Vino de Toro y comienza el festival.
La característica fundamental del cocido maragato es que el orden de los platos se subvierte, entrando con la carne y pringue (chorizo, tocino, carne de vaca, de pollo, de cerdo, jamón, etc…), siguiendo con los garbanzos y la verdura, para acabar con la sopa.
Existen numerosas explicaciones a esta inversión de platos, de origen ancestral, pero todas tienen en común que puede ser debido a optimizar el tiempo empleado en la comida; se empieza por el alimento más energético, de tal manera que se haya consumido la principal fuente de nutrientes en caso de que hubiera que terminar de comer inesperadamente (por ejemplo por un ataque en tiempos de guerra, huir de emboscadas, o sencillamente tener que ir corriendo a realizar un trabajo o actividad).
Cabe destacar que este orden de ingesta es también más adecuado para facilitar la digestión al organismo, dadas las propiedades digestivas del caldo. Finalizamos la excelente comida con unas exquisitas natillas caseras acompañadas de bizcocho típico de estas tierras de la Maragatería, y una tacita de queimada.
Finalizado este excelente acontecimiento gastronómico, decidimos aprovechar la tarde buscando algunos de los geocaches existentes en la zona, por lo que nos dirigimos a los Toros de Osborne de la N-VI, puntos kilométricos 319 y 320. Es muy curioso ver dos de estos ejemplares tan juntos en una misma carretera.
Después finalizamos con una visita al pueblo de Santiago Millas para visitar el cache emplazado en la Torre del Reloj, mandada a construir por el señor Blas Celada a su vuelta de las américas en 1929. Disfrutamos de un bonito paseo en coche por los íntimos rincones que esconden estas tierras de la Maragatería, en un bucólico atardecer, sorteando pasos de ganados y disfrutando de la serenidad y del peculiar encanto de este lugar en Santiago Millas.
Y con esto dimos por concluida la tarde, y volvimos a la casa para preparar la pequeña y divertida fiesta con la que concluimos la jornada. Era la noche de difuntos y por tanto un momento propicio para lucir todo tipo de disfraces y maquillajes, algunos de ellos inquietantes y terroríficos.
Lo pasamos muy bien jugando al Cluedo en vivo que nos prepararon Ainara y Jose, la verdad que fue muy divertido hacer un juego de mesa con nuestros avatares "Foroware" y con las cartas personalizadas preparadas para la ocasión. Enhorabuena y gracias por el gran detalle.
Tampoco perdimos la ocasión de dar buena cuenta de la exquisita empanada que nos preparó la madre de Eli, absolutamente excelente, y las papas arrugadas con Mojo que nos preparó en el momento Ratone. A pesar de la contundencia del cocido, no pudimos resistirnos a la tentación de seguir entregándonos a tan exquisitas viandas.
Y como broche de oro a la noche, de nuevo una grata sorpresa por parte de Ainara y Jose, un cache conmemorativo…¡escondido dentro de la propia casa! La verdad es que estos chicos amenizaron al máximo la velada con tanta imaginación, juegos y entretenimiento. Fue una noche extraordinariamente divertida, en la que no faltaron las buenas conversaciones, las bromas y la diversión desatada, que nos depararon extraordinarios momentos para el recuerdo.
El domingo madrugamos un poco ya que la jornada prometía ser intensa, con la visita a las Cuevas de Valporquero y el viaje de retorno a Madrid. Teníamos cita para visitar las cuevas a las 11:30h, por lo cual partimos de San Cristóbal ya con el equipaje a cuestas poco antes de las 10:00h de la mañana, para dirigirnos a Valporqueiro de Torio, a poco más de 50 kilómetros al norte de Leon ya en la estribaciones de la Cordillera Cantábrica.
Cabe destacar el bonito viaje para llegar a la localidad, atravesando las Hoces de Vegacervera, un espectacular paso que nos adentra en el corazón de la cordillera, flanqueado por altísimas paredes que forma un angosto y sobrecogedor cañón, de belleza extraordinaria, por donde serpentea con audacia el Río Torio.
En este punto la nieve ya había hecho acto de presencia a pie de carretera, especialmente en el tramo final que nos deja en Valporqueiro, pueblo situado a unos 1400 mts de altura, donde estaba cayendo una importante nevada en el momento en que llegamos. Dado que no tenía cadenas en el coche, decidí dejarlo en cotas más bajas y subir con Marino, en previsión de que el temporal arreciara y encontráramos algún problema para regresar.
La zona de entrada a la cueva estaba muy nevada y se enmarca en un paraje espectacular, una hondonada entre serrezuelas con picos también muy cargados de nieve, a pesar de que el rigor del invierno todavía no ha hecho acto de presencia en la zona.
Llegamos tarde a la visita, que comenzó puntualmente a las 11:30h, por lo que nos tocó correr un poco para alcanzar al grupo principal. Había mucha gente hoy visitando la cueva. A medida que avanzábamos descubríamos la maravilla de paisajes cársticos en forma de bosques de estalactitas y estalagmitas que configuraban esta interesante caverna.
La visita a la cueva recorre numerosas estancias y corredores, comenzando por la sala "Pequeña Maravillas", con estalactitas pequeñas y caprichosas en el techo, seguimos hacia "La Gran Rotonda", probablemente la sala más grande de toda la caverna, con 5600 m2 de superficie y más de 20 metros de altura, y por la que en época de bonanza pluviométrica discurre un vigoroso torrente de agua. Desde aquí accedimos a la "Sala de las Hadas", donde se puede disfrutar de la vista de hermosas y espectaculares cascadas formadas por el torrente que hasta aquí llega desde la Gran Rotonda.
Desde esta sala tenemos que retroceder unos metros para acceder a una caverna situada en un nivel superior, empezando por visitar la sala del "Cementerio Estalactítico", tomando su nombre de las numerosas estalactitas que yacen en el suelo de esta cavidad debido al desprendimiento del techo de estas formaciones por efecto de los seísmos y movimientos de tierras. Pronto llegamos a la "Gran Vía", un corredor de unos 8 metros de ancho y más de 40 metros de altura, destacando la poca presencia de estalactitas y por las paredes planas que lo flanquean, especialmente la del flanco derecho, dada su composición rica en manganeso, material muy resistente al efecto degradador del agua.
Al final de la Gran Vía y tras atravesar la pequeña sala de la Columna Solitaria, llegamos a la Sala Maravillas, donde se puede disfrutar de la vista de numerosas y curiosas agrupaciones de impresionante estalactitas, entre las que destacan las llamadas "excéntricas", con forma de estrella, cuyo proceso de formación todavía no está claramente determinado por los geólogos. Aquí acaba la visita guiada, realmente amena por lo bonito de la cueva y por las interesantes explicaciones que en todo momento nos facilita el guía.
Tras salir de la gruta y jugar y disfrutar un poco con la nieve, nos dirigimos al cache que en honor a la cueva se encuentra escondido a pocos metros. Primero intentamos acceder desde la parte más alta, donde existe un maravilloso mirador que permite disfrutar con extraordinarias vistas a todo el entorno.
No vimos muy claro el acceso por la cantidad de nieve acumulada, y así pues lo intentamos más abajo, subiendo desde la carretera. Pasamos un momento realmente divertido trepando por la ladera y abriendo camino entre la nieve.
Dimos con el cache sin mayores problemas y bajamos a comer al Restaurante El Pescador, del cual sólo se puede manifestar la calidad y generosidad de una comida casera exquisita (guisos, morcilla, chuletón), y tras una agradable comida, escondimos en la zona el cache conmemorativo de este fin de semana inolvidable en Leon.
Ya en nuestro viaje de retorno, tuvimos tiempo de visitar también el cache del Calero de Felmín, que también nos deparó un corto pero impresionante paseo de montaña con unas vistas excepcionales a las Hoces de Vegacervera y a las espectaculares cumbres que rodeaban el paraje.
Y de este modo dimos por finalizado el fin de semana en Leon, y pusimos rumbo, sin prisa pero sin pausa, de regreso a Madrid. Un fin de semana, sin duda, para el recuerdo, y deseosos de repetir pronto.
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