Pasaban unos minutos de las 8:30h de la mañana de este Sábado, 15 de Diciembre de 2007, cuando habiendo ya pasado el Puerto de Galapagar y la propia población, me acercaba a las inmediaciones del largo y espectacular puente que cruza el Embalse de Valmayor, hoy más espectacular que nunca, debido a la concentración de brumas bajas a ras del agua, que en los primeros instantes del amanecer, todavía con poca luz, configuraban un paraje inhóspito y sobrecogedor para esta travesía.
Los termómetros marcaban -7ºC en las inmediaciones del Escorial, y además iba con mucha antelación sobre la hora estipulada para el encuentro con Fernando (Ratone), Ignacio (ITerMaI) y Stefan (Seekmuch), que era concretamente a las 9:30h, en el alto del Puerto de La Cruz Verde, por lo que me tomé la ascensión del mismo con mucha tranquilidad. Aún así coroné el puerto a las 9:00h en punto, y pasé a tomar un cafe en la cafetería que allí se ubica mientras aguardaba su llegada.
No tardó mucho más en aparecer Ignacio y su jóven acompañamiento (Ignacio jr. y Alvaro), por lo que compartimos agradable conversación, y tostada, hasta la llegada de Fernando, Concha, y poco después Stefan, escrupulosamente puntuales, como siempre. La jornada tenía en cartera 10 cachés a lo largo de esta ruta 505, por lo que tras hacer acopio de energía, no debíamos tardar mucho en ponernos manos a la obra, y así lo hicimos.
El primero de este intenso periplo por la interesante Ruta-505 lo teníamos en el propio puerto, unos metros más adelante en dirección Ávila. Afortunadamente disfrutamos de un día frío pero muy soleado y claro y desde la zona del cache se disfrutaba de una visibilidad excepcionalmente buena, pudiéndose observar con gran nitidez El Escorial, La Pedriza, la Sierra de Guadarrama, y aún mucho más allá, como la Sierra de Ayllón y otras cumbres guadalajareñas.
Retomando nuestra ruta por la carretera 505, y rápidamente llegamos al siguiente hito del día, el cruce de la carretera con el Río Cofio. Aparcamos al final del viaducto sobre el río y tomamos una senda que tras un breve y bonito paseo en fuerte descenso nos dejaba en la ribera del río. Las gruesas placas de hielo constataban la fuerte helada caída en la madrugada. Se trata de un paraje muy pintoresco; la garganta que aquí forma el Río Cofio comienza a abrirse poco a poco a medida que avanzamos y va dejando mayor libertad y amplitud de movimiento para el paseo entre estos bonitos pinares. Un lugar en el que merece la pena detenerse y que nunca hubiéramos conocido si no es por la pequeña Laura.
Tras la parada en la ribera del Río Cofio, retomamos nuestra ruta por la carretera 505, siempre en dirección Ávila, para salirnos por la pista asfaltada que sale a nuestra la izquierda, poco después de superar el PK 51. Seguimos por asfalto sólo unos pocos metros, puesto que enseguida nos salimos por una pista en buen estado general, con algún socavón aislado pero importante, que nos conduce en dirección hacia Peñarrubia. Aparcamos en un claro y comenzamos la búsqueda del cache. Tras dos intentos fallidos y cierto desconcierto generalizado, a la tercera los Maestros se centraron en el asunto y dieron con la posición final. Ciertamente esta Tierra de Pinares ofrece paseos muy interesantes, bonitos y de gran tranquilidad, en un entorno natural excepcional.
Continuamos nuestro recorrido por el corazón de esta "Tierra de Pinares", ahora teniendo claro que debíamos dirigirnos hacia el mismo vértice geodésico de Peñarrubia.
Para ello retomamos los vehículos y continuamos una corta pero divertida y bonita travesía off-road entre el pinar que nos dejaría a muy pocos metros de la misma cumbre, terminando el recorrido a pie de un corto paseo sin dificultad por la cuerda de esta peña.
La extraordinaria visibilidad que nos ofrecía el día nos hizo disfrutar de las formidables vistas hacia las estribaciones de Gredos y la Sierra de Madrid; ver surgir de manera tan clara y nítida las cumbres, sobresaliendo de entre las tupidas brumas más bajas, configuraba un impactante y cautivador paisaje. Nos tomamos unos minutos de descanso, agradable conversación, y bromas en lo alto de Peñarrubia para disfrutar de tan espectacular entorno antes de continuar con nuestro periplo.
Como continuación a la visita al Risco de Santa Ana, y sin revisar debidamente la cartografía, nos aventuramos a continuar por la maraña de pistas que desde este risco parten en dirección a nuestro siguiente objetivo: los aerogeneradores de la cercana estación eólica. A medida que ascendíamos las pistas empeoraban y cuando identificamos que no íbamos por el camino óptimo, ya fue quizás demasiado tarde para retroceder. De todas formas este trayecto off-road fue bastante bonito y divertido. Una vez encontramos la pista asfaltada principal, hubo un momento de incertidumbre sobre la manera óptima de finalizar la aproximación, si a pie o en coche, por lo cual el cual el grupo se desdobló en dos, cada cual ferviente seguidor de una de estas alternativas. Mientras Ignacio y Stefan continuaban en coche, Fernándo y yo afrontamos con decisión los 200 últimos metros hacia el cache atrochando por la ladera. Finalmente el grupo motorizado llegó al cache unos segundos antes que nosotros, pero la trepada nos vino muy bien después de tanta conducción.
Una vez finalizado el trabajo en Las Navas del Marqués, nos quedamos a comer en el propio pueblo donde dimos buena cuenta de la brillante carne que en estos lugares se cría y se prepara, y tras la comida, retomando nuestra ruta por la 505, nos dirigimos a este apartado y bonito rincón llamado Ciudad Ducal. Subimos primero al mirador de la Atalaya de Eiffel donde resolvimos la primera incógnita y disfrutamos de las bonitas vistas al entorno de la urbanización. Proseguimos el resto del camino a pie, en un bonito paseo por la senda ribereña del Arroyo Retuerta hasta la presa del pequeño embalse, donde obtuvimos las coordenadas finales sin mayores problemas. Al final nos encontramos con una divertida sorpresa... y es una pena que tal y como está planteada no todos los buscadores puedan disfrutarla, porque es algo verdaderamente original que nos hizo reirnos un buen rato, pero en eso mismo radica la genialidad del invento.
La tarde se nos había echado encima casi sin darnos cuenta, por lo que dada la naturaleza de los caches que faltaban, decidimos seguir primero hasta éste del Mirador de Valdelavía. Lo encontramos sin problemas a muy pocos metros del lugar de aparcamiento y obtuvimos las coordenadas finales que necesitabamos para resolver Gallo Kirico. Como todavía no había anochecido el lugar ofrecía una vistas espectaculares, pero el frío empezaba a arreciar, así que sin mayor dilación comenzamos nuestro camino de retorno de esta inolvidable jornada de ruta por la carretera 505.
En el camino de vuelta hacia Madrid paramos en estación de La Cañada para hacer de manera muy rápida y sencilla el cache Nº9 de la ruta. La Cañada ostenta el título de ser la estación de ferrocarril de vía ancha construida a mayor altitud sobre el nivel del mar de España. Desde Madrid se deben ascender hasta este punto 770m, por lo que fue el lugar propicio para ubicar una estación logística dentro del Término Municipal del Herradón de Pinares. Debido a esta pendiente, era muy habitual ver llegar hasta aquí a los trenes de mercancías con doble tracción (2 locomotoras), para poder salvar la dureza del trazado. Dada esta pendiente del trazado, se eligió esta línea para la realización de ciertos ensayos con un prototipo de tren experimental, y así, en enero de 1944, después de 3 años de pruebas, El Talgo I alcanzó los 135 km/h en la bajada de La Cañada hacia Madrid.
(Para más información: http://www.geocaching.com/seek/cache_details.aspx?guid=91ebd6c4-6630-45c4-b082-ca428eff7041 )
Y nuestro último cache del recorrido por ruta 505, que en mi caso hacía el Nº10 del día, aunque todavía no iba a ser el último de la jornada, nos lo deparó el simpático gallo esculpido a base de una hábil poda de un ciprés, ubicado en la estación de servicio de Navalperal de Pinares. Tras visitar y admirar el Gallo nos dirigimos hacia la posición final del cache. Tuvimos algunos problemas con las coordenadas que hicieron que nos dispersáramos un poco en la búsqueda. Finalmente Ignacio se armó de templanza en los momentos de mayor incertidumbre y nos condujo con firmeza al sitio bueno. Y con éste completamos una apasionante jornada de geocaching, deparada por los propietarios de los correspondientes caches y especialmente al equipo uBeTeam, verdaderos artífices de esta completísima serie.
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