Este fin de semana del 4 al 6 de Julio del 2008 he tenido la oportunidad de compartir un inolvidable fin de semana en compañía de Stefan y Arancha en este bonito valle de la región austríaca del Tirol. Volamos desde Madrid a Munich, completando nuestro viaje por carretera tras recorrer unos 260 Km hasta llegar Öbergurgl, nuestro destino final, pequeña localidad de especial belleza emplazada en el corazón del Valle de Oetz, habiendo atravesado durante el transcurso del viaje localidades de relevante importancia, como Innsbruck (Capital del Tirol), Oezt, Längenfeld o Sölden.
El Tirol limita al norte con la región alemana de Baviera, y por el sur con el Südtirol, región italiana pero de fuerte influencia y lengua germana, lo cual facilita los desplazamientos y el tránsito fluido de personas por carretera entre Alemania, Austria e Italia. El entorno y paisaje del Tirol viene fuertemente caracterizado por situarse en plena cordillera de Los Alpes. Tirol es conocido por sus monumentos culturales y por la belleza sin igual de su naturaleza, fijada por las cadenas montañosas del Karwendel, de los Alpes de Kitzbühel, el Wetterstein, el Alto Tauern, el Silvretta y muchas más. Las alturas más destacables son el Ortler, y el Großglockner, que rondan los 4000 metros de altitud.
La capital de Tirol es Innsbruck, que ofrece muchos atractivos históricos y culturales, museos, teatros y una gastronomía y hostelería sobresalientes para una estancia agradable e interesante. En invierno el Tirol se convierte en la meca de los aficionados a los deportes de nieve, y especialmente el Valle de Oetz.
A lo largo de los 65Km de longitud de este profundo valle, flanqueado por montañas que rondan y frecuentemente superan los 3000 metros de altura, se suceden constantemente y uno tras otro los remontes que encaraman a las partes más altas a los practicantes de esquí y deportes alpinos. El lugar de esquí más popular es Sölden. En Längenfeld existen unas interesantes instalaciones termales que invitan al baño. Otro dato interesante es que fue en este valle donde se produjo el famoso hallazgo de "Oetzi", el "Hombre de los Hielos", un ser humano de 5300 años de antigüedad cuyos restos momificados y bien conservados emergieron a la superficie al derretirse un glaciar.
Llegamos el viernes siendo ya muy tarde a Öbergurgl, bajo un cielo teñido de un gris amenazante, y con tupida niebla cubriendo las cumbres, por lo que sólo nos quedó tiempo para alojarnos en la bonita pensión Rosengarten, para sin perder mucho tiempo visitar el centro de la población y buscar un lugar donde cenar.
El sábado amaneció radiante y despejado. Tras un potente desayuno en la pensión, a base de cafe, zumo, fiambre, paté de la zona, y una mantequilla casera excelente, procedimos a iniciar nuestro periplo por el valle. El día despejado nos permitió disfrutar de unas extraordinarias vistas, destacando los picos por encima de 3000 metros de altura que rodean al valle, los impresionantes glaciares que cubren estas cumbres, y los innumerables arroyos y saltos de agua que desde las más altas cumbres corren con energía y virulencia por las empinadas laderas hasta el fondo del valle. Tal generosidad de agua propicia que los ríos acarreen un caudal abundante y que discurran con inusitada fuerza, haciéndolos de esta forma ideales para la práctica de piragüismo y otros deportes acuáticos.
Decidimos planificar la jornada bajando al inicio del valle para recorrer sus lugares en sentido ascendente y de este modo acabar otra vez al final de la jornada en Öbergurgl. Empezamos visitando Stuibenfall, en la localidad en Umhausen, que con sus 159 metros de altura ostenta el valorable reconocimiento de tratarse del salto de agua más alto de todo el Tirol. Desde el mirador sito frente a la cascada también pudimos disfrutar de unas fabulosas vistas hacia el valle, notándose aquí su rotunda profundidad y encajonamiento entre la elevadas moles montañosas que los encierran.
Continuamos hacia la localidad de Längenfeld para visitar una bonita iglesia llamada Pestkapelle. Para llegar allí tuvimos que aparcar en el pueblo y recorrer a pie algo más de un kilómetro por una pista asfaltada y en buen estado completamente llana atravesando pastizales que mostraban un verdor de ensueño, de los que resaltaba alguno de los establos de madera del típico estilo arquitectónico de la zona. También destaco de esta localidad los bonitos motivos que adornan las fachadas de las casas, que si bien son típicos de todas las poblaciones del Tirol, los de esta localidad me han resultado los más atractivos.
El paseo termina adentrándose unos menos en un pinar, en el que, en un gran claro se levanta esta bonita iglesia, construida bajo promesa por los supervivientes a una terrible plaga de peste que azotó esta región en el siglo XVII.
Vista la Iglesia continuamos hacia Sölden, parando primero en la pequeña pedanía de Kaisers, donde hicimos una pequeña ruta de senderismo que nos dejo para el recuerdo unas impresionantes vistas a los picos cercanos e innumerables arroyos y saltos de agua que por doquier adornaban ambos lados del Valle.
Tuvimos tiempo para parar brevemente en Sölden, ciudad pequeña pero en la que se deja notar la influencia turística atraída por las atractivas infraestructuras para la práctica de esquí que aquí existen, y por la diversa y notable actividad hostelera que se percibe.
Muy cerca tenemos Zwieselstein, otra localidad de típica arquitectura tirolesa y su especial encanto. Aprovechamos el paso por la localidad para hacer otra pequeño paseo por una pista de montaña bien señalizada, brindando también unas fascinantes vistas, y una vez finalizado este paseo nos quedamos a reponer fuerzas en el pequeño parking que da acceso a dicha pista.
Reservamos la tarde para visitar con más detenimiento el entorno cercano a la población donde nos alojamos Öbergurgl, y recorrer alguno de las múltiples rutas recomendadas y senderos perfectamente balizados que parten de la localidad. Comenzamos haciendo una bonita ascensión tras cruzar por un puente de madera a la margen izquierda del río Gurgle Ache. El río bajada con un vigor extraordinario, discurriendo a gran velocidad y por gran caudal por el fondo del valle.
Pronto comenzamos la ascensión, con pendientes considerables, subiendo por la ladera sureste de la cuerda que encierra el valle. Continuamos el paseo ascendiendo muy cerca del arroyo de Lobbach, que con gran energía descargaba el agua desde los glaciares situados a más de 3000 metros de altura hasta el río. Aprovechamos la ocasión para recargar con esta fresquísima agua las cantimploras. Una vez alcanzamos una altura razonable y disfrutamos de las bonitas vistas del entorno, retornamos hacia el pueblo para realizar otra pequeña ruta.
Esta vez se trataba de una interesante ruta circular que nos permitió dar un bonito paseo por la profunda garganta que forma la cabecera de todo el valle. No en vano la traducción de Öbergurgl es "Garganta de Arriba", y es aquí, desde esta garganta, donde comienza a abrirse todo el Valle de Oetz. Más allá no hay otras poblaciones ni pistas asfaltadas, sólo las pequeñas sendas e itinerarios que te adentran en el corazón de estas moles alpinas que alcanzan aquí los 3500 metros.
Este paseo circular nos lleva hasta una altura de unos 2200 metros, atravesando un pinar auténticamente de ensueño. Lo curioso de este pinar, es precisamente la presencia de esta especie autóctona, capaz de sobrevivir a tan elevada altura, y que generalmente se presenta anclando con vigor sus raices en enormes peñascos, dando a los ejemplares un aspecto colosal y sobrecogedor.
La parte más alta de la ruta acababa en una zona ya despejada de vegetación, con extraordinarias vistas a los picos Hohe Mut, Hochfirs y el impresionante y puntiagudo Hangerer.
Pero lo más destacable de este entorno era sin duda el espectacular salto de agua del que pudimos disfrutar desde un pequeño mirador que a efectos de facilitar su observación se había habilitado allí.
Tras este bonito paseo, nos retiramos al hotel a cambiarnos y finalizar la impresionante jornada con una apetitosa cena donde pudimos degustar un buen ejemplar de Schnitzel, servido con salsa de arándonos, al estilo tradicional vienés.
El domingo iba a ser nuestro último día de estancia y la jornada se presentaba bastante completa, ya que habíamos decidido volver a Munich dando un rodeo por Italia, visitando la comarca del Südtirol, o Tirol del Sur, que aunque perteneciente a Italia, conserva una notable influencia germana, incluyendo el propio idioma alemán, mayoritariamente hablado por estas gentes.
Para llegar a Italia salimos de Öbergurgl tomando la carretera que nos lleva al Puerto de Timmelsjoch, paso de montaña a más de 2500 metros de altitud que a su vez sirve de frontera entre Austria y Alemania.
Para llegar a Timmelsjoch la carretera discurre por una impresionante garganta, muy cerrada y profunda, en la que incluso a estas alturas de verano se conservan numerosos neveros. Como el día estaba nublado, este paso tenía cierto aire inquietante, aún más alentado por las conmovedoras historias de personas fallecidas en esta zona por la extenuación y el frío, debido a la necesidad de atravesar este único paso natural entre países en condiciones climatológicas extremas.
Una vez en la cumbre del puerto paramos durante unos minutos a disfrutar de un precioso paseo entre neveros, rodeados de cumbres que no bajaban de 3000 metros, y con una vistas fascinantes hacia los valles Italianos hacia el Este, y a los Austríacos por el Oeste. Se trató de una inolvidable y espectacular travesía de alta montaña, donde también destacaban las numerosas ruinas de antiguos refugios abandonados, junto a las numerosas y originales composiciones artísticas que adornaban la cumbre del puerto (sillas gigantes, árboles de metal, un catalejo-observatorio, etc...).
Después del paseo por esta cumbre, continuamos la bajada del puerto, ya por vertiente italiana. Cabe destacar la gran presencia de vehículos en tránsito entre ambos países y la ingente cantidad de motos que este fin de semana se echaron a la carretera para disfrutar de la belleza de esta ruta y de la emoción proporcionada por sus numerosas curvas.
La primera localidad italiana que visitamos fue San Leonardo in Passiria, que sigue conservando los rasgos típicos arquitectónicos y culturales tiroleses. Visitamos rápidamente el Castillo de Jaufenburg, y proseguimos nuestro viaje.
Llegamos ahora a la localidad de San Martino in Passiria, donde aparcamos y aprovechamos para dar un bonito paseo hasta llegar a una espectacular cascada sita en las inmediaciones de esta población. La zona de la cascada era de una belleza soberbia, y al lado del salto de agua existían varias pozas que hacían las delicias de numerosos bañistas que aprovechaban para tomar un refrescante baño.
Tras este bonito paseo, iniciamos el viaje de regreso a Munich, tomando la carretera que sube hasta el Puerto de Monte Giovo, sobre el que caía una tupida niebla, y llegar así a la localidad de Brenner, donde tomamos ya la autopista que nos dirigiría a Munich pasando por Innsbruck.
Terminamos la jornada tomando unas excelentes salchichas acompañadas por unas contundentes cervezas de fabricación artesana en el bonito BierGarten del aeropuerto de Munich momentos antes de tomar el avión que nos dejaría de vuelta en Madrid.
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