martes, 25 de diciembre de 2007

Humedales de Velilla de San Antonio

Enclavados en el Parque Regional del Sureste, Los humedales de Velilla de San Antonio representan uno de esos curiosos secretos que todavía se guarda Madrid. Confinado en un rincón de irreductible belleza insólita, este paraje agoniza lentamente por la amenaza de la contaminación hídrica y el hostigamiento urbanístico.

Aparqué el coche en torno a las 10:45h de este día de Navidad de 2007 al final del pequeño polígono industrial de la localidad de Velilla de San Antonio, en Madrid, muy cerca de Mejorada del Campo. El área urbanizada y asfaltada del polígono llega hasta el mismo pie de la primera de las lagunas, La del Raso, una antigua gravera actualmente recuperada como zona recreativa. No obstante para llegar hasta aquí tuve recorrer en torno a dos kilómetros por pistas de tierra, algunas muy exiguas por la vegetación cunetera, torpemente dirigido por el Navegador GPS.

Comencé paseando por la senda que bordea la Laguna del Raso en sentido contrario a las agujas del reloj. A pesar de que era casi mediodía, las sendas presentaban una notable capa de escarcha que denotaba la intensidad de la helada en la madrugada.

Tras sortear una zanja, continué el paseo cruzando por un talud de tierra que separa la Laguna del Raso y la Laguna del Picón del Los Conejos, la más grande del conjunto, con 25 hectáreas de superficie y de silueta irregular, con abundantes recovecos que resulta muy atractiva para la fauna de la zona (Cormoranes, somormujos, patos cuchara, ánades reales, porrones europeos, garzas reales, gaviotas reidora y sombría y otras especies).

La vegetación típica de soto de rivera también se ha hecho su propio hueco y hoy en día podemos observar numerosos árboles de buen porte, autóctonos de esta zona del Jarama: Alamos, chopos, sauces y, en menor medida, fresnos.

Superado este talud-puente, continué el paseo por una exigua senda, flanqueada por altas tobas, que discurría entre la laguna del Picón de Los Conejos y el Río Jarama, siguiendo el curso del río y aproximándose decididamente hacia la zona de los cortados. Aquí vamos siguiendo un meandro que forma una horquilla casi perfecta, por lo que se pasa de caminar en dirección Suroeste, a dirección Nornoroeste.


Una vez a los pies de los cortados, de los que sólo nos separa el río, la senda se abre y ensancha haciendo más cómodo su tránsito. En este bonito y sereno paseo por la rivera del Jarama, el silencio sólo se rompe por el canto de las aves.

Así, paseando por la rivera del Jarama, por su margen izquierda, remontando su curso, llegamos a la última de las grandes lagunas que configuran este entorno, la Laguna del Soto, resaltando que en este punto el estado ruinoso de las edificaciones anexas, que deslucen paisaje y contribuyen a la degradación del entorno.
Continué brevemente la marcha, atravesando algunas parcelas ganaderas donde los animales campaban libremente, hasta llegar prácticamente a los pies de la Ermita del Cristo de Rivas, imponentemente erguida en un cortado sobre el Jarama, que presenta un aspecto inquietante y sobrecogedor.
Así pues, en este punto di por finalizada la visita a los humedales y tomé una pista hacia el Oeste para regresar a Velilla de San Antonio, e intentar cerrar así un recorrido circular, que resultó ser de en torno a 10km de longitud, por este paraje tan peculiar como desconocido del Sureste de Madrid.

1 comentario:

Ele Bergón dijo...

Hola

Casi todos los días me recorro las tres lagunas y cuando digo las tres hago referencia a la del Raso, a otra pequeña y muy bonita que hay entre la del RAso y la del Picón de los Conejos y si tengo tiempo me hago la ruta de ésta última. Es un paisaje que me cautiva. Me extraña que en tu recorrido no menciones esta laguna pequeña que no tiene nombre y que yo llamo de Las gaviotas.

Tengo la suerte de vivir en VElilla.