viernes, 1 de mayo de 2009

Por Tierras de El Maestrazgo

El Maestrazgo es tierra vigorosa y áspera, desgarradoramente despoblada, mística y empapada de historia en cada uno de sus rincones, que manifiesta crudeza en sus abruptos parajes de escarpados cerros y anchos barrancos de belleza inusitada e insólita, entre los cuales, los pueblos buscan su sitio, y se custodian las más misteriosas leyendas y secretos templarios.

El Maestrazgo es tierra rigurosa y de gentes templadas, sobrias y austeras, donde las casonas ruinosas comparten soledades con piedras, peñascos y terrones, y también con alguna cabra hispánica, que todavía en estos campos reclama a su reino.

El Maestrazgo ofrece al visitante un viaje a la España más originaria, intemporal, ascética, legendaria y mística; paisajes desoladores de atractivo magnético y sublime; y una contundente gastronomía de exquisitos escabeches y carnes recias conservadas en aceite, regadas con vinos impetuosos, provocadores, casi, casi violentísimos.


Ha sido en este puente del 1 y 2 de Mayo de 2009 cuando, quizás de manera no apresurada, pero si improvisada, he decido consumar una idea que venía rondándome en la cabeza desde hacía ya algún tiempo; visitar esta tierra de El Maestrazgo. El Maestrazgo (El Maestrat o El Maestrat vell en valenciano) es una comarca histórica y natural que se extiende por el norte de la provincia valenciana de Castellón y el sureste de la provincia aragonesa de Teruel.


El nombre de Maestrazgo deriva del término “maestre”, ya que estos territorios se encontraban bajo la jurisdicción del Gran Maestre de las órdenes militares del Temple, San Juan y Montesa.

El lugar elegido para alojarme ha sido la localidad de Castellote, y más concretamente el Hostal Castellote, al cual llegué en compañía de mi buena amiga Anca a media noche del Jueves 30 de Abril, con idea de aprovechar por completo la jornada del Viernes, día 1 de Mayo, visitando algunas de las localidades y sitios de interés en la zona turolense de El Maestrazgo.

Castellote se ubica, muy protegido, en un pintoresco enclave arropado por la ladera de un áspero cerro en cuya cima se emplaza un castillo templario, posiblemente de principios del s.XIII, reducido a ruinas durante las Guerras Carlistas. La carretera que da acceso al pueblo, atraviesa mediante un túnel una colosal pared rocosa que configura la cara norte de esta montaña.

En este singular paraje y entre las altas paredes rocosas se levanta la impresionante Ermita del Llovedor, que data del s.XVIII, aunque a raíz de una tradición del s.XV. Se dice que en 1405, año de terrible sequía en Castellote, once mozos hicieron una peregrinación a la cercana Ermita de La Balma (en Zorita del Maestrazgo) para rogar por la lluvia. Como la gracia fue concedida, se estableció por costumbre realizar anualmente esta romería, hasta que el Obispo de Tortosa les impidió el acceso a este templo. Es por eso que los castellonenses decidieron levantar un nuevo enclave de peregrinación, cerca de su pueblo.

La pared que cobija la Ermita remana agua en abundancia por una serie de grietas en la roca donde ha proliferado la vegetación, dando lugar a que el agua, al fluir entre estos musgos y algas, caiga en forma muy similar a la de la lluvia.

De aquella ancestral tradición, se conserva la tradicional romería celebrada precisamente en tal día como hoy, 1 de Mayo, en la que los hombres acuden en solitario al lugar, ataviados con una vistosa medalla, en recuerdo de aquellos primeros once mozos que originaron esta singular leyenda y por ende este espectacular enclave.

Salimos de Castellote poniendo rumbo hacia la cercana localidad de Molinos.

El casco urbano de esta población presenta calles pintorescas, estrechas, irregulares y empinadas, de gran atractivo.

Junto al impresionante barranco de San Nicolás, se elevaba un castillo calatravo, prácticamente desaparecido en la actualidad. Destaca así mismo La Iglesia Parroquial dedicada a Nuestra Señora de las Nieves, de estilo gótico del siglo XV, declarado monumento histórico-artístico de carácter nacional.

En su interior, de aspecto impresionante y sobrecogedor, se puede admirar una ancestral pila bautismal sin datación conocida (probablemente s.III) y una pila bautismal finamente labrada, del s.VIII.

Así mismo la localidad dispone de un museo con varias salas de exposición, donde entre otros diversos elementos que ayudan a la interpretación del entorno, se exhibe la mandíbula del “hombre de los Molinos”, hallada en las cercanas Grutas de Cristal, y que perteneció al homo-sapiens-sapiens más antiguo encontrado en Aragón (25.000 años de antigüedad). No desaprovechamos la oportunidad de adquirir en la localidad algunos productos de la tierra, queso de cabra y una conserva de lomo en aceite.

Tampoco quisimos perder la ocasión de visitar estas famosas cuevas, situadas a pocos kilómetros del pueblo, en el llamado paraje de Las Graderas, descubiertas en 1961 por un grupo de espeleólogos ayudados por las gentes del pueblo.

Llegamos en torno a las 11:30h a las Grutas de Cristal; tras adquirir una entrada y esperar unos minutos, pronto comenzamos subir las empinadas escaleritas que dan acceso a la entrada de la gruta. Durante la visita pudimos disfrutar de la excepcional belleza de las formaciones de estalactitas y estalagmitas, y especialmente de las muy curiosas y enigmáticas estalactitas excéntricas (que crecen en forma de estrella hacia todas las direcciones) que abundan en la gruta, para las cuales la ciencia no ha llegado a dar aún una explicación contundente acerca de su formación.

La gruta no es especialmente grande ya que consta tan sólo de dos o tres salas unidas por cortas galerías, si bien destaca la extraordinaria belleza de las curiosísimas formaciones que recubren paredes, suelos y techos. Cabe destacar que la gruta no ha terminado de ser explorada y que los espeleólogos han descubierto algunas salas más, que todavía no pueden visitarse, pero que a buen seguro, en un futuro cercano, quedarán habilitadas para disfrute del público.

Vistas las Grutas de Cristal, nos dirigimos ahora al pueblecito de Ladruñán y su cercana pedanía de La Aljecira para visitar las Hoces del Río del Río Guadalope.

Durante nuestro trayecto en coche tuvimos la ocasión de pasar cerca de Dos Torres de Mercader, un pequeño pueblecito con una población de en torno a una decena de habitantes, que desde la carretera ofrecía una bonita panorámica, encajonado en un valle y rodeado de olivos, y que nos invitó a parar para disfrutar de estas singulares vistas y tomar alguna foto.

Estamos adentrándonos sin duda en lo más recóndito del Maestrazgo turolense, y eso se nota y nos hace disfrutar intensamente de nuestro viaje por carretera, disfrutando de las vistas de casonas derruidas, profundos valles y abruptos cerros que nos encontramos ante nuestros ojos, al girar en cada curva que nos deparaba la serpenteante carretera, que cada vez más estrecha socavada, nos conducía bordeando el embalse de Santoles hacia la localidad de Ladruñán.

Una vez en Ladruñán, tomamos una pista que coincide con el sendero de gran recorrido GR-8, y que tras un par de kilómetros nos acerca a la pequeña pedanía de La Algecira. Desde esta pista podemos obtener una espectacular vista del pequeño pueblecito en el Marco incomparable de Las Hoces del Río Guadalope.

Una vez en el pueblo, tras un corto paseo, en el que quizás haya que sortear el paso de algún rebaño de ovejas, alcanzamos rápidamente la ribera del Río Guadalope.

Este punto es una encrucijada de caminos, desde el cual el GR-8 prosigue su camino hacia Villarluengo y Pitarque, y comienza un sendero de pequeño recorrido (PR), que siguiendo la ribera del río por su margen izquierda, nos adentra hacia la hoz permitiéndonos visitar los tres abrigos de pinturas que se conservan en este lugar: La Vacada, El Arquero y El Torico, y que toman su nombre respectivamente de las figuras representadas en cada manifestación artística.

Una vez disfrutamos en su justa medida este muy bello y singular paraje, deshicimos por carretera el camino andado para dirigirnos ahora a otra de las localidades emblemáticas del Maestrazgo Turolense, Cuevas de Cañart.

Esta localidad fue declarada Conjunto Histórico Artístico por su extensísimo patrimonio cultural que podemos apreciar en una breve visita por las calles de la localidad. De este patrimonio destacan: La Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol, Barroca de 1770.

El Convento de las Concepcionistas Franciscanas, de humilde y sobria fachada.

Convento de los Monjes Servitas (1790), esplendoroso edificio que aún nos muestra su relevancia y belleza de otros tiempos, en avanzado estado de ruina, prácticamente en su totalidad, y en el que paramos por unos minutos para admirarlo con detenimiento.

Destacan también la Ermita de San Blas, Barroca de 1648, utilizada como Centro de Interpretación de la localidad; La Ermita de la Virgen de los Pueyos, también barroca del siglo XVII, levantada en sobre los vestigios de un primigenio castillo del s.XII; El Portal de Marzo; Ayuntamiento, antiguo horno y varias casas nobles entre las cuales: Don Iñigo de Aragón, Casa Moliner y Casa de los Arellano. Impresionan también notablemente en el paseo por la localidad sus famosos arcos ojivales, de los siglos XIV y XV, utilizados originariamente para la canalización de aguas.

Terminada la visita a Cuevas de Cañart, no dejamos pasar la oportunidad de pasarnos por el Bar Nº7 antes de abandonar la población, para tomar un aperitivo y degustar una exquisita ración de Jamón de Teruel, que resultó de gran agrado y provecho dadas las horas que ya iban siendo.

Continuamos nuestro periplo por El Maestrazgo Turolense dirigiéndonos ahora a la localidad de Pitarque. De nuevo la carretera evoluciona atravesando parajes insólitos y bellísimos. De hecho, a pocos kilómetros de Cuevas de Cañart, el asfalto desaparece durante un tramo apreciable en el que es sustituido por una pista, en buen estado general, que evoluciona serpenteante subiendo y bajando pequeños cerretes y laderas de belleza virgen.

En las inmediaciones de Montoro de La Mezquita, volvemos a recuperar el asfalto que ya no nos abandonará hasta Pitarque. En este tramo, pasamos al lado del Mirador de Los Órganos de Montoro, una impresionante formación geológica adyacente al río Guadalope, compuesta por millares de agujas verticales pétreas que recuerdan la forma de un órgano, que el río y la lluvia se han encargado de modelar en estas calizas desde hace unos cuantos millones de años.

Por fin llegamos a Pitarque, en torno a las 16:30h. Pitarque atiende a las características arquitectónicas fundamentales que imperan en todas las poblaciones del Maestrazgo Turolense.

El mayor atractivo que ofrece esta localidad es su proximidad al Nacimiento del Río Pitarque. La ruta se inicia desde el centro del pueblo, donde recorriendo sus calles encontramos la Iglesia de Santa María la Mayor, del siglo XIX, y alcanza el Nacimiento del Río Pitarque tras unos 5kms de marcha.

Recorriendo este camino se pasa así mismo junto a la Ermita de la Virgen de la Peña. No disponíamos ya de mucho tiempo y menos fuerzas para completar los 10 kms a pie requeridos para visitar este singular enclave natural, uno de los más bonitos de toda la comarca, pero sí que nos buscamos un lugar junto al río, entre las profundas gargantas que atraviesa, para hacer una parada, comer un bocadillo, y admirar la belleza de este entorno.

Y con la visita a Pitarque dimos por concluida la jornada por el Maestrazgo Turolense, y regresamos a Castellote para descansar y preparar la jornada del Sábado, que nos adentraría en el Maestrat Castellonés.

http://es.wikipedia.org/wiki/Maestrazgo

http://infomaestrazgo.com/

http://es.wikipedia.org/wiki/Castellote

http://www.redaragon.com/turismo/pueblos/http://www.comarcamaestrazgo.es/

http://www.lascuevasdecanart.com/patrimonio.htm

No hay comentarios: