sábado, 2 de mayo de 2009

Por Tierras de El Maestrazgo (II)

El Maestrazgo o Maestrat Castellonés se extiende desde el interior de la provincia de Castellón en su límite con Aragón hasta la propia costa mediterránea. Presenta una gran diversidad de parajes montañeses y marítimos, y no menores joyas y tesoros históricos y culturales que en el lado turolense.

Todavía con el buen sabor de boca que nos deparó la jornada anterior en nuestro recorrido por el Maestrazgo Turolense, comenzamos con entusiasmo esta nueva jornada de Sábado, 2 de Mayo de 2009, que dedicaríamos a visitar la comarca en toda su extensión por la provincia de Castellón, llegando a tocar incluso la costa.

Así pues decidimos salir desde Castellote directamente hacia Vinarós, para hacer una mejor gestión del tiempo, y desde allí ir retrocediendo de vuelta para visitar los enclaves más interesantes que encontramos a nuestro paso.

Nada más salir de Castellote por la carretera A-226, nos llama poderosamente la atención la presa del Embalse de Santolea, donde paramos para admirar las bonitas vistas del propio paraje que configura el embalse, y también la panorámica del ámplio valle que se abre hacia Castellote.

Retomamos la marcha parando poco después en la pequeña pedanía de Las Planas de Castellote, una pequeña pedanía que ha pasado de tener 476 habitantes en 1875 a una población que en la actualidad no llega a la decena de habitantes; una muestra más, aún viva, del terrible y acuciante proceso de despoblación por la que ha atravesado la comarca de El Maestrazgo.

Hicimos una pequeña parada en Las Planas para visitar las Bodegas Borraz del Maestrazgo y adquirir unas botellas de vino de la tierra. El propietario de la explotación nos enseñó las instalaciones de la Bodega; la prensadora, los depósitos de acero inoxidable y hasta incluso la cava en la que envejecen, en barrica de roble primero, y después en botella, los crianzas y reservas seleccionados.

Se trata de una explotación pequeña, coqueta, de producción limitada y muy cuidada, que produce un vino de calidad, impetuoso, alegre, provocador, y de notable contundencia, del cual no dudé en llevarme varias botellas para mi ulterior deleite.

Continuamos nuestro viaje hacia la costa pasando ahora por la pedanía de los Alagones. Superada esta, y antes de llegar a la población de Bordón, tomamos a nuestra izquierda una sinuosa y exigua carretera que nos acercó tras apenas un kilómetro, y numerosas curvas, al pueblecito de Luco de Bordón, última población de la provincia de Teruel, adentrándonos en un paisaje de sublime belleza.

No pudimos dejar de pasar la ocasión de parar un momento para tomar algunas fotos de la impresionante panorámica que desde la carretera pudimos disfrutar de esta pequeña pedanía. Su plaza Mayor conserva un hermoso conjunto arquitectónico formado por el ayuntamiento renacentista, con la característica lonja, y la Iglesia parroquial barroca (s. XVII). Adicionalmente, muy cerca se halla la ermita del Pilar, con su fuente de aguas milagrosas.

Proseguimos el viaje por esta carreterilla pasando ya a la provincia de Castellón, y concretamente por la localidad de Villores, primera localidad del Maestrazgo Castellonés que encontramos en nuestro camino. Lo que más no llamó la atención de este momento de viaje fue la presencia de unos curiosos espantapájaros que custodiaban los cultivos cercanos a la población.

Salimos ahora a la carretera CV-14 hasta la localidad de Morella, admirándonos ante la impresionante vista de su conjunto arquitectónico, cuya visita nos reservábamos para la tarde, y desde allí tomamos la N-232 que ya muy cómodamente nos acercó hasta la costa castellonense.

Dio la casualidad que en el día de hoy, se celebraba la tradicional romería que los morellanos realizan hasta el santuario de la Mare de Déu de la Vallivana. Se trata de una popular y ancestral celebración que se revive cada año desde 1763. Centenares de romeros ocupaban un carril completo de la carretera nacional, desde Morella hasta la ermita, ante un importante dispositivo de la Guardia Civil que regulaba con eficacia el paso de vehículos y peatones.

Cabe destacar que esta parte del Maestrazgo, entre Morella y la costa, es mucho más abierta y menos abrupta que la zona más interior, y en lo que respecta al paisaje, llaman la atención los numerosos barrancos que encontramos a nuestro paso, por cuyos marcados cauces fluyen con fuerza torrentes de agua en época de bonanza pluviométrica.

Llegamos a Vinarós en torno a las 12:45h, el municipio costero más septentrional de la Comunidad Valenciana, emplazado en el llamado Bajo Maestrazgo. Destacan las bonitas playas y calas que componen la línea de costa de esta población, habilitando en las mismas curiosas plataformas de madera para mejorar la comodidad de los bañistas.

Continuamos por la carretera N-340 siguiendo la línea de la costa y deteniéndonos de vez en cuando para disfrutar de alguno de estos singulares paisajes marítimos.

Pronto llegamos a Benicarló, donde tras recorrer brevemente su centro urbano, llegamos a la bonita playa de La Caracola, desde la cual se puede disfrutar de una bonita vista al Castillo de Peñiscola. Aprovechamos la bonanza climatológica que teníamos hoy para pasear por esta playa y sentarnos a disfrutar de un refresco a pie de mar, y reponer fuerzas para emprender el viaje de retorno y las subsiguientes visitas que teníamos planeadas.

Regresamos por la N-340 haciendo parada en la, simplemente espectacular, ciudad de Morella. Morella puede considerarse como la capital del Maestrazgo Castellonés, emplazada en una zona de orografía abrupta e irregular de cerros, muelas y barrancos, al más puro estilo de estas tierras, la vista que obtenemos de la ciudad al aproximarnos a la misma es difícil de encontrar en otros puntos de nuestra geografía.

Morella se presenta a nuestros ojos manteniendo plenamente, aún en nuestros días, su eminente carácter medieval. Emplazada en un abrupto cerro a más de 1000 metros de altitud, transmite a la perfección su naturaleza de auténtica plaza inexpugnable, rodeando su casco viejo una robustísima muralla en perfecto estado de conservación, y coronándola, en lo más alto del cerro en que se asienta, su absolutamente impresionante y colosal castillo, de aspecto hercúleo, inaccesible, simplemente infranqueable.

Entramos a la ciudad por la Puerta de Sant Mateu y dejamos el coche aparcado junto a la muralla y nos dirigimos hacia el centro de la ciudad por la empinada escalinata de la calle de la Costera de Sant Joan.

Tras superar los innumerables peldaños de esta curiosa calle, salimos hasta la calle de D. Blasco de Alagón, en el corazón del centro urbano de la ciudad. Se trata de una calle estrecha, con edificios de media altura de curiosas balconadas y de bajos bellamente porticados, y alguna que otra casona señorial, que configuran el mejor ejemplo arquitectónico característico de la ciudad, que la hizo merecedora de la declaración de Conjunto Histórico Artístico desde 1965. Paseando por esta calle observamos gran animación y actividad comercial.

Continuamos nuestro paseo girando por la calle de la Virgen de Vallivana, donde encontramos unas de estas casas solariegas, la llamada Casa Rovira, donde se dice que San Vicente Ferrer obró el milagro de la resurrección de un niño que había sido cruelmente asesinado.

Subiendo por esta calle llegamos a la Iglesia Arciprestal de Santa María la Mayor, una verdadera joya del gótico construida en los s. XIII-XIV, de la que destacan sus dos puertas exquisitamente ornamentadas, La de Los Apóstoles y la de Las Vírgenes. Visitamos también su interior donde se puede encontrar un fascinante e imponente Retablo Barroco del s.XVI, recubierto de pan de oro durante el s.XVIII.

Continuamos nuestro paseo por la Carrer de l’Hospital, bellamente empedrada al más puro estilo medieval, que nos dejó en la Placet de Sant Francesc, justo a la entrada del Claustro del Convento de San Francisco.

Es precisamente desde el Claustro de este convento por donde podremos acceder al recinto amurallado del castillo, vista que merece la pena en todo punto.

En cuanto al Castillo, se trata de una fortaleza del siglo XIII de origen islámico con reformas posteriores de arquitectura medieval. Consta de la plaza de armas en su punto más alto (1.070 m), con un curioso aljibe de origen romano todo ello rodeado de diversos restos de habitaciones, palacetes, torreones, estancias para los cuerpos de guardia y un sinfín de infraestructuras pertenecientes a diferentes formas de civilización y culturas. En el área del castillo han aparecido restos prehistóricos, ibéricos y romanos, huelga decir con esto la carga histórica que tiene la zona y el intenso reuso que, cultura tras cultura, se ha venido realizando de este emplazamiento.

La vista al castillo puede llevarnos en torno a dos horas por el enorme tamaño del recinto, que se divide en tres niveles: un primer nivel situado en la parte inferior del peñón en el que se encuentras la entrada y el Palacio del Gobernador. En el segundo nivel se situaban las baterías de artillería. Y en el tercer nivel se encontraría el castillo propiamente dicho. La parte inferior esta rodeada de murallas y torres, de las cuales son la mayoría semicirculares, que surgen de la parte oeste en forma de zigzag.

La vistas que se van obteniendo de la ciudad, sus alrededores, y de los niveles inferiores del castillo a medida que vamos ascendiendo, son, sencillamente, insuperables e inolvidables, destacando la panorámica hacia la zona de La plaza de toros de la localidad, Santa María la Mayor, y el acueducto gótico medieval de "Santa Llúcia".


Una vez terminada la visita al castillo, terminamos la visita a la ciudad con un paseo circular por su parte alta, bordeando el recinto del castillo en sentido contrario a las agujas del reloj, retornado por la Avenida de los Hermanos Gallen Ferreres. Un paseo por un bonito parque que nos hizo disfrutar es esta primaveral tarde, y que nos ofreció algunas otras pintorescas estampas de la arquitectura típica de Morella y su seña de identidad.

Salimos de la ciudad de Morella ya bien entrada la tarde y tomamos la carretera CV-14 que, tras adentrarnos por parajes espectaculares de profundos barrancos y belleza salvaje, nos dejó en otro de los enclaves más singulares del Maestrazgo Castellonés, la localidad de Zorita del Maestrazgo.

En Zorita del Maestrazgo se encuentra el Santuario de La Virgen de Balma. Se trata de un edificio religioso enclavado en la roca, de estilo renacentista, construido entre los siglos XVI y XVIII, compuesto de un santuario con gruta, iglesia y hospedería.

Este enclave es el más claro ejemplo de la mística que impregna a toda la comarca de El Maestrazgo. La Balma se venera bajo culto mariano desde 1308, cuando se dice que la Virgen se le apareció a un pastor, aunque realmente, el lugar pudo ser objeto de otras tradiciones paganas desde tiempos ancestrales.

A principios del s.XX este centro de peregrinación fue protagonista del desarrollo de una serie de acontecimientos asombrosos y terribles, relacionados con la práctica de milagrosas curaciones y exorcismos por parte de unas supuestas “brujas” procedentes de Caspe (Las “Caspolinas”), para la sanación de supuestos endemoniados; rituales y peregrinaciones en los que se llegaban a congregar en torno a 20.000 personas, y en los que se incurría en actividades de carácter violento o sexual, muy controvertidos e incómodos tanto para la iglesia como para las autoridades en un momento muy particular de la historia de España, por lo que, en los albores del estallido de la Guerra Civil, dichos cultos fueron completamente erradicados.

Hoy no pudimos acercarnos a ver in situ el Santuario puesto que se hallaba cortada la carretera de acceso, por lo cual, siendo ya en torno a las 20:00h, pusimos rumbo de regreso a Castellote, pasando por Aguaviva y Más de las Matas, dando así por concluida esta maravillosa jornada por el Maestrazgo Castellonés.

http://www.terra.es/personal2/filip1/ciclo/morella.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Zorita_del_Maestrazgo

http://www.planetwoow.com/leyendas%20castellon/el%20santuario%20de%20la%20balma/santuario_de_la_balma.htm

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