Se trata un lugar extraordinariamente agradable, encajonado en un profundo cañón de altas paredes calizas, muy típicas de la zona, donde se remansan aguas cristalinas para su aprovechamiento en la cría de varias especies de truchas así como otros peces.
Tuvimos ocación de charlar y
cambiar impresiones con algunos de los trabajores de la instalación, brindándonos un rato de conversación agradables mientras nos explicaban el funcionamiento básico de las instalaciones y nos enseñaban algunos ejemplares.
También acabamos la faena de recolección de setas, donde tuve la oportunidad de aprender a distinguir y buscar una curiosa especie, similar a las colmenillas, que requiere de su deshidratación antes de poder ser cocinada.
Siempre me ha resultado tremendamente fascinante de este lugar la llamada Fuente de San Blas; es realmente impresionante observar la capillita de Blas, labrada en la colosal roca, a cuyos pies surge a borbotones un impresionante chorro de agua clara, cristalina y fresquísima, que nunca pierdo oportunidad de beber así como rellenar mis cantimploras cada vez que vengo a este lugar. Este si que es un milagro, en toda regla.
Llegados a Fuertescusa, pusimos rumbo a Cañamares primero, y desde allí a Priego, puerta de la llamada Ruta del Mimbre, para visitar el Convento de San Miguel de Las Victorias.
Cabe destacar la aproximación desde Cañamares, que obliga a atravesar la impresionante Hoz de Priego, brindando un paisaje que imprime un carácter sencillamente espectacular a la conducción durante esta travesía, y alzándose altivamente por encima de las pareces de la hoz, podremos adivinar en la lejanía la conmovedora silueta del Convento de San Miguel de Las Victorias presidiendo toda la estampa.
Tras visitar el Convento de San Miguel de Las Victorias en Priego, continuamos nuestro viaje
de regreso a Madrid buscando la N-320, parando esta vez en las inmediaciones de un bonito lugar a orillas del Río Trabaque. Da gusto ver lo agradecido que es el campo en años de bonanza pluviométrica, el verdor inundaba toda esta Vega y los campos de cebada anejos alcanzan ya una sobresaliente altura en esta zona. Había ubicado a pocos metros un cache, cuya aproximación requería de una pequeña trepada por una sierreceja, una vez cruzado el río por una esclusa de regulación de cauce que aprovechamos a modo de puente. Recuerdo lo alto del pequeño montículo alfombrado de tupidas matas de tomillo en flor y alguna otra planta aromática que ayudaba a dinamizar la actividad de los cinco sentidos. Un lugar realmente agradable.

Tras disfrutar del bonito entorno a orillas del Río Trabaque, nos detuvimos ahora en las inmediaciones del Cerro de los Gaviluchos, en las inmediaciones de San Pedro Palmiches, en cuya cumbre podíamos encontrar otro cache.
El exceso de confianza en el puntero del GPS nos llevó a atacar la subida por el lado más complicado, que nos obligó a hacer algún malabarismo por las zonas más escarpadas para poder coronar el cerro. Una vez arriba encontramos el cache sin mayores complicaciones, y atisbamos de mejor forma el camino de bajada más adecuado. Se domina una bonita vista desde esta cumbre sobre el paisaje característico de esta zona: pequeños montículos poblados de encinas, pinos y otras especies, salpicados entre los terrenos de cultivo, de cereal o en barbecho.
Prosiguiendo nuestro viaje de regreso a Madrid por la carretera N-320, hicimos otra breve parada en las inmediaciones de la Ermita de la Embía, o Enviá, como puede leerse en algunos mapas, cerca de Canalejas del Arroyo y Castejón, para buscar de nuevo un cache escondido a orillas del río Mierdanchel, después del cual íbamos necesitando ya reponer fuerzas.
Tras almorzar a base de un exquisito picadillo de Matanza en Sacedón, retrocedimos unos kilómetros para visitar el Monasterio Cisterciense de Monsalud. Se trata de un emplazamiento que si bien no es extraordinariamente conocido en la actualidad, si que tuvo una relevante importancia durante la Edad Media. Fundado en el s.XII, fue considerado en tiempos como uno de los más importantes monasterios de Castilla, como así lo reafirma una visita pausada en la que nos detengamos a observar los detalles, las magnitudes y calidades arquitectónicas del conjunto.
Tras la visita al Monasterio de Monsalud nos dirigimos al Embalse de Entrepeñas para visitar el
cache ubicado a los pies de su presa. Dimos con el camino adecuado, que nos condujo hacia la misma base del muro por el fondo del profundo valle que forma el cauce del río, siguiendo una pista que discurría entre una frondosísima vegetación que incluso limitaba en cierto modo la entrada de luz del día, dando un aire bastante inquietante a la travesía.
Finalizada la búsqueda, abandonamos la carretera N-320 para dirigirnos a la localidad de Zorita de Los Canes y visitar el cache emplazado en su monumental castillo. El tramo de carretera entre Sacedón y Zorita, pasando por Anguix y Sayatón nos dejó grabados en la retina unos parajes adehesados absolutamente soberbios, de belleza sobrecogedora, ensalzados por el especial verdor que lucen este año los campos, que nos dejan estampas donde se hace patente un contundente vigor natural, y que sólo se rompen en el momento que hace su aparición la central nuclear. Llegamos sin grandes dificultades al castillo y localizamos rápidamente el cache.

No obstante dedicamos un rato a visitar esta espectacular edificación, enclave Calatravo desde el s.XII de la que se puede destacar el buen estado de conservación de los pozos, aljibes y otras galerías subterráneas, así como determinadas edificaciones internas, de las que cabe destacar la iglesia, dentro de la cual llaman poderosamente la atención las escalinatas que se adentran en una cripta bajo el altar mayor, los restos de sepulcros en uno de sus muros externos, probablemente de Maestres de la Orden, o alguna inquietante cara adornando el centro de la bóveda de una edificación bien
conservada (Sala del Moro), que pudo ser un antiguo calabozo (Para más información: http://www.aache.com/Castillos/guadalajara_zorita.htm). Esta visita ha supuesto el broche de oro para cerrar el excepcional fin de semana.
Tras visitar el Convento de San Miguel de Las Victorias en Priego, continuamos nuestro viaje
Tras disfrutar del bonito entorno a orillas del Río Trabaque, nos detuvimos ahora en las inmediaciones del Cerro de los Gaviluchos, en las inmediaciones de San Pedro Palmiches, en cuya cumbre podíamos encontrar otro cache.
Prosiguiendo nuestro viaje de regreso a Madrid por la carretera N-320, hicimos otra breve parada en las inmediaciones de la Ermita de la Embía, o Enviá, como puede leerse en algunos mapas, cerca de Canalejas del Arroyo y Castejón, para buscar de nuevo un cache escondido a orillas del río Mierdanchel, después del cual íbamos necesitando ya reponer fuerzas.
Tras la visita al Monasterio de Monsalud nos dirigimos al Embalse de Entrepeñas para visitar el
Finalizada la búsqueda, abandonamos la carretera N-320 para dirigirnos a la localidad de Zorita de Los Canes y visitar el cache emplazado en su monumental castillo. El tramo de carretera entre Sacedón y Zorita, pasando por Anguix y Sayatón nos dejó grabados en la retina unos parajes adehesados absolutamente soberbios, de belleza sobrecogedora, ensalzados por el especial verdor que lucen este año los campos, que nos dejan estampas donde se hace patente un contundente vigor natural, y que sólo se rompen en el momento que hace su aparición la central nuclear. Llegamos sin grandes dificultades al castillo y localizamos rápidamente el cache.
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